¿Cómo saber si necesito un psicólogo?

La realidad la construimos nosotros a través de nuestra relación con el entorno, con los que nos rodean. Los problemas o conflictos a los que nos solemos enfrentar, suelen ser, no por lo que percibo del estímulo exterior (de “lo que pasa”), sino por el significado que le atribuyo a lo que pasa. Por ejemplo, no es la alarma disparada lo que me asusta, sino lo que puede significar para mí que suene ese alarma (¿“ha entrado un intruso en casa”?). Para mí, el hecho de que esté sonando la alarma, significa que ha pasado algo malo. Mi percepción sobre lo que está pasando reactiva en mí una respuesta que en este caso, será de alarma. Hasta aquí, no hay nada problemático o patológico, estoy describiendo nuestra manera natural y espontánea manera de “funcionar” como seres vivos y para la cual fuimos cuidadosamente diseñados por la naturaleza para poder sobrevivir: Reaccionando ante lo “alarmante” con respuestas que nos protejan, y ante lo “placentero” con respuestas que nos acerquen a esos estímulos, también por el primitivo instinto de la perpetuación de la especie.

De la misma manera, la relación con nosotros mismos y con los demás, y con el mundo en general, es compleja, son muchas las situaciones que pueden generar un conflicto, un malestar, un problema o una auténtica crisis. Todo ello forma parte natural de la vida y de nuestro complejo universo perceptivo-reactivo. De igual manera, forma parte natural de nuestra evolución como personas el hecho de ir gestionándolas, ya sea superándolas, aceptándolas o convirtiéndolas.

Todos tenemos recursos y competencias que nos permiten aplicar soluciones con éxito la mayoría de las ocasiones. Así que, en consonancia, la mayoría de las ocasiones estos conflictos, dificultades o limitaciones, se convierten en motor de cambio, de crecimiento, de evolución… . Hasta aquí seguimos en lo bonito.

¿Pero cuándo la cosa se pone fea? Cuando no aplicamos los recursos apropiados o no los aplicamos de la manera más eficaz. En algunas ocasiones, son precisamente las soluciones intentadas que ponemos en marcha las que suelen complicar la historia enquistando la dificultad que las originó. Y así es como se perpetúan o agrandan la mayoría de las dificultades. Parece paradójico, ¿verdad?. Són las cosas que intento hacer para solucionar un problema, lo que normalmente crean el GRAN problema. Dificultades que pueden llegar a convertirse en dinámicas auténticamente disfuncionales, y por lo tanto, ya, patológicas.

Además, por si no puera poco nuestra capacidad de intentar arreglar los problemas agrabándolos aún más, los seres humanos tenemos una insólita habiliad para intentar una y otra vez las mismas soluciones fallidas aunque quede claro que no funcionan. Y ya no digo que no sólo no funcionan, sino que además, en la muchas ocasiones perpetúan y agrandan la situación. Y es que eso tiene que ver con la siguiente nefasta habilidad por la que nos caracterizamos: la de no darnos cuenta.

¿Cómo saber, pues, si estás en esta situación? Es cuando sientes que llevas tiempo arrastrando una carga pesada. O bien cuando el hecho de que esta carga esté presente, limita tu vida en algún o en varios aspectos. Quizás complica también la vida de las personas que te rodean y son ellos los que te piden que reacciones. Es cuando sientes que ese conflicto es demasiado resistente o doloroso y no tienes fuerzas para seguir; cuando lo has intentado pero no encuentras salida. Si notas que en vez de ir menguando, con el tiempo el problema aumenta en frecuencia o intensidad.

Como terapeuta, mi intervención irá enfocada, bajo la premisa de la terapia breve y estratégica, a desbloquear esas limitaciones. Sin enredarnos en “causas” ni orígenes estériles a nivel pragmático (¿des de cuando saber el “porqué” de algo lleva implícito que nos podamos desprender de ello por el simple hecho de ser conscientes?). Nos centraremos en generar una nueva realidad a partir del funcionamiento de tu problemática actual. Será posteriormente la solución del problema la que nos indique por qué pasó y cómo prevenirlo.