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Depresión

¿Qué es realmente la depresión?

"Todo hombre es dos hombres:

uno está despierto en las tinieblas,

otro duerme en la luz"

 

Khailil Ginbran, En la luz

Si hay un término psiquiátrico conocido y usado extensamente, ese es el de la Depresión. Su designación para hacer referencia a una múltiple variedad de estados de ánimo, lo ha convertido en una entidad cotidiana y normalizada para describir cualquier atisbo de tristeza o melancolía. Frases como “estoy depre”, ya forman parte de nuestra comunicación de una manera  totalmente coloquial.  

 

Pero lejos de ser algo banal o superficial, la depresión es una de las enfermedades mentales más graves y extendida de nuestros tiempos.

 

Tampoco es una patología nueva, sino que acompaña a la humanidad des de sus inicios, siendo descrita en las bibliogafías más antiguas. Fue en el siglo  V. a C.  Cuando se convirtió en enfermedad al describir Hipócrates la “locura” de Demócrito y atribuyéndola al exceso de “bilis negra”.

 

Su definición resulta bastante compleja, precisamente por la  elástica variedad de usos que le hemos otorgado para referir síntomas, humores, y estados mentales a lo largo de la historia. Manifestaciones emocionales como la tristeza, insomnio, apatía, pérdida del placer…han sido redefinidas como “depresión” facilitando la explicación de tales fenómenos y tranquilizándonos gracias a la etiqueta. Hecho el cual abona la situación de abuso en el diagnóstico  sobre una enfermedad compleja, y dicho sea de paso, facilita la comercialización de antidepresivos en beneficio de la industria farmacológica.

 

El caso es que si bien, la depresión  tiene variantes en su expresión y en su constitución como fenómeno patológico, también muestra siempre algo en común e invariable: las importantes repercusiones en la vida del afectado para el cual, queda en juego la relación que tiene consigo mismo y con lo que le rodea de una manera generalizada.

 

Si bien cada época ha definido sus causas y propuesto remedios y soluciones, a día de hoy no hay una única causa identificable u objetiva aunque sí un confuso y divergente cúmulo de opiniones médicas y psicológicas según el enfoque des del cual se analice.

 

Ante tanta confusión de razones y causas, lo importante para poder tratar eficazmente la depresión, ya no es tanto el “por qué” si no el “cómo”.

 

Saber cómo funciona la realidad actual del deprimido, cómo la mantiene y alimenta, es el pilar fundamental en la terapia. Todo parece girar en función de nuestras creencias y por lo tanto, nuestra manera de afrontar las dificultades y golpes vitales. El cómo yo explico en mi mente lo que ha pasado y qué significado tiene, determinará a su vez,  cómo lo afronto.  Cuanto más rígida es mi visión del mundo, más vulnerable a la ruptura será a su vez cuando suceda algún acontecimiento adverso o que escape de nuestro control. Cuando se derrumba lo que creemos como indestructible y lo que siempre nos ha sustentado (y que por lo tanto, contribuye a la rigidez de nuestras creencias), se desquebraja nuestro sistema emocional.

 

En este sentido, cabe señalar que si bien, la tristeza siempre ha sido el síntoma por la cual es más conocida, no es una exclusiva ni aparece en todas las modalidades de depresión. La característica que siempre está presente invariablemente sea cual sea la modalidad depresiva, es manifestación de lo que los psicólogos llamamos “inhibición conductual”, es decir, la renuncia. En la depresión, ésta parece actuar como el resultado de algo que se “ha roto” y que difícilmente la persona puede recomponer.  

 

Renunciar, se convierte así, para la persona susceptible de deprimirse, en la tentativa de solución por excelencia, que lejos de remitir el problema, lo agrava y lo mantiene hasta instaurar la patología. Es la manera en la que pasa a relacionarse  con el mundo  y con sí mismo,  y  marca la gravedad de esta enfermedad en función cuan amplia es.

 

SI conoces a alguien que  ha renunciado  cotidianamente a actuar, que piensa  que no tiene recursos o ya no está a la altura  para repararse o afrontar las situaciones de la vida, si ese alguien siente ya que nada vale la pena intentarlo…no dudes que es un momento crucial para ayudar. La incapacidad para reaccionar y actuar a la que lleva la renuncia prolongada anula a la, ahora, ya “víctima” de la depresión. Por ello es muy importante que las personas de alrededor actuemos y no “renunciemos” a ayudar. En estos momentos, la guía de un profesional es importante.

 

 

 

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