¿Nunca te has preguntado porqué sientes inseguridad o vergüenza cuando mantienes relaciones sexuales o quieres tenerlas?, quizás sientas incluso temor, culpa, rechazo... . El abanico de sensaciones incómodas puede ser amplio.
Me gustaría aclarar que para tener una vida sana y satisfactoria (entendemos sana y satisfactoria aquella que se vivencia des de la libertad, el placer, el respeto por el cuerpo, las emociones y la necesidades…), no depende única y exclusivamente del aprendizaje afectivo y sexual que hayamos tenido durante la época infantil y adolescente. Aún y así, en gran medida, la vivencia de la sexualidad que tenemos como adultos es un reflejo condicionado de aquel aprendizaje temprano.
Si bien los mensajes parentales son considerados de mayor influencia por la significancia de nuestros padres, también es cierto que lo aprendemos no sólo proviene de ellos, sino también del grupo de amigos, o bien de los medios de comunicación u otras fuentes de información. Somos extremadamente sensibles a la información del entorno, especialmente a la que proviene de las personas más significantes para nosotros. De ahí que quiera escribiros estas líneas. Pretenden ser una pregunta de cuestionamiento, un punto catalizador hacia una visión más libre y satisfactoria de la que es una necesidad profundamente íntima de los seres humanos.
Como padres, nuestro deber es educar a nuestros hijos en todos los sentidos, especialmente en el afectivo y en todos aquellos aspectos que tienen que ver con el desarrollo vital y en relación con el mundo. Queremos que nuestros hijos crezcan no sólo sanos físicamente, sino sanos a nivel mental. Queremos que tengan éxito, que sean buenas personas, autónomos, inteligentes, generosos, vitales…y sobretodo, que sean felices. Así que con este gran propósito, les queremos, les explicamos, les transmitimos valores, les intentamos enseñar cómo resolver los conflictos que la vida les va presentando…todo por el gran objetivo, su bienestar y su felicidad.
Siempre son buenas intenciones, pero dentro de estas prácticas parentales de buen hacer, ocurre a menudo que lo en lo que refiere a lo más íntimo de las relaciones afectivas, hay un vacío de “saber cómo” ante el cual corremos el riesgo a ejercer una serie de antitudes sobreprotectoras. Este post no pretende ser ningún reproche por mi parte. Está claro que los padres, ni nacemos programados para educar (por desgracia, eso no viene marcado en nuestro ADN), ni nos enseñaron en la escuela. Así que esta orfandad de saber, nos lleva a hacer lo que podemos o bien lo que creemos que es mejor llevados por nuestro más comprensible instinto vital: proteger y cuidar.
El resultado de esta hiperprotección puede llevar a tabúes, falsas creencias , e ideas distorsionadas. Todo ello atado,con un ajustado lazo opresor. Cuando este lazo ajusta demasiado, lo más probable es que la experiencia del momento sexual sea con sentimientos de vergüenza, culpa o desconfianza… . Una primera relación sexual bajo esta presión emocional puede resultar muy estresante o incluso traumática. Es una puerta abierta a temores en nuestra vida adulta en lugar de un encuentro de expresión en libertad y placer.
Por si fuera poco,a la influencia que tienen sobre nosotros estos mensajes tempranos, hay que considerar a su vez, que somos piezas de transmisión de cultura. Aprendemos y transmitimos los estereotipos de género en los que nos hemos criado y en los que nos identificamos. Todos sabemos cuáles son. Los dos que más me encuentro, los más potentes , y más daño hacen son el de “la mujer respetable ” y el del “hombre macho que sabe lo que hay que hacer y domina la situación”. Ambos marcan en gran medida nuestra sexualidad desde una perspectiva de género y llevan una guía explícita sobre lo que hacer y no hacer para ambos casos. ¿Os podéis imaginar cómo condiciona estos roles las relaciones en nuestra vida afectiva y sexual?
La principal fuente de erotismo es la imaginación, la curiosidad, el vivir el momento de una manera genuina, y en libertad con nuestros instintos y nuestras emociones. El dejarse llevar por estos impulsos en la relación íntima con el otro nos conduce a una vivencia auténtica hacia el descubrimiento del propio cuerpo y sensaciones a través la conexión con esa otra persona.
¿Podrías decir que vives de esta manera tu sexualidad?. Si no es así, quizás sería útil que repasaras qué piensas sobre tu cuerpo, sobre la desnudez, sobre el sexo, sobre tu manera de abordar los impulsos y las emociones que sientes, ¿sabes detectarlas?, ¿eres sincera respecto a ellos?, ¿Respetas lo que quieres o lo que necesitas?; ¿Puedes dejarte llevar si lo deseas?, ¿Puedes disfrutar plenamente de tus relaciones?, ¿Te sientes seguro para llevar a cabo tus fantasías, o tienes miedo de qué pensará?, ¿Eres capaz de exponer y jugar con tu cuerpo, o por el contrario te embarga la vergüenza o el miedo? , ¿Te sientes libre de asumir el rol que te apetece, o crees que sigues algún patrón?… .
¿Qué te viene a la cabeza cuando te haces estas preguntas?, ¿qué mensajes recibiste sobre estos temas de las personas significativas de tu vida?, ¿Eres un buen alumno de tu propia niñez?
Si las respuestas te resuenan con algo inquietante en tu interior, piensa que siempre es un buen momento para cuestionarse lo que un día nos dijeron…la mejor intención.
Con la mejor intención: mensajes que impiden disfrutar de la sexualidad
Cuando algo no funciona en la cama...o fuera de ella.
August 16, 2016
Si hay algo indiscutible, es que el sexo ha acompañado al ser humano desde el inicio de los tiempos. No sólo para sobrevivir perpetuando la especie, sino para satisfacer lo que se sabe cómo una necesidad física y afectiva con un pape...