el fuego original y primordial, la sexualidad,
levanta la llama roja del erotismo,
y ésta, a su vez, sostiene y alza otra llama,
laxúl y trélula: la del amor.
Erotismo y amor: la llama doble de la vida”
Octavio Paz, “la llama doble”
Si hay algo indiscutible, es que el sexo ha acompañado al ser humano desde el inicio de los tiempos. No sólo para sobrevivir perpetuando la especie, sino para satisfacer lo que se sabe cómo una necesidad física y afectiva con un papel muy relevante. Las sexualidad parece tener, pues, un peso muy importante en nuestras vidas y nuestras relaciones.
Sin embargo, a pesar de la liberación en la sociedad a nivel sexual durante las últimas décadas gracias a la superación de estereotipos, las eliminaciones de ideologías sociales opresoras, y la normalización de métodos profilácticos, las estadísticas nos cuentan que nuestra vida, en este sentido, no es del todo satisfactoria. Parece ser que tenemos una frecuencia o una calidad percibida de relaciones sexuales peores de lo que desearíamos.
¿Qué ha pasado?, a que se debe esta actividad sexual en la era en la que el sexo no tiene por qué vivirse de una manera opresiva cómo sucedía en otras épocas?. ¿Tiene algo que ver con el nivel de estrés?, ¿con problemas de comunicación?, ¿con la supresión del deseo por los cada vez más en auge antidepresivos?. ¿Es un problema de calendario?, ¿de prioridades?. ¿Hay “algo” dentro de la persona que no funciona?. Si pudiéramos encontrar la solución enfocándonos en la respuesta de algunas de estas preguntas, daríamos un enfoque totalmente sesgado y reduccionista ante un fenómeno absolutamente complejo como es la sexualidad.
La sexualidad está condicionada por múltiples factores: El físico, las emociones, el deseo, la erotización, la intimidad, el auto concepto, las creencias, clichés y estereotipos, experiencias vividas anteriormente, la situaciones familiares, las sociales, la educación, la cultura, la percepción o vivencia del momento en sí… .¿Os parece poco? No, no lo es.
Y es por esa sensible e inmensa complejidad, requiere una respuesta individualizada y personal para cada uno de los casos que atiendo en la consulta.
En algunas ocasiones, estas problemáticas ocurren desde el principio de las relaciones. Son casos en los que suele haber un choque entre la ideología moderna (conjugado con una buena dosis de expectativas), con la realidad de la experiencia durante el acto de intimidad. Y es en este primer encuentro cuando, si la cosa no va “bien”, se condiciona el resto de la historia. En otras ocasiones, personas con una actividad y un rendimiento satisfactorio, en un momento de su vida, tienen un “fallo”. De repente “las cosas no van como deberían”. Aquí es cuando surge al igual que en el primer caso, la problemática entre la voluntad y el rendimiento. Sí esta experiencia frustrada se repite en el tiempo, estaríamos ante lo que los psicólogos llamamos disfunciones sexuales. Padecer esta condición de rendimiento es algo que crea mucho sufrimiento y por desgracia, un sentimiento de vergüenza muy potente. Pero si bien, parece una “etiqueta de peso”, lo que no es que la mayoría de estas problemáticas se resuelven con un tratamiento muy breve y eficaz. En otro post, hablaremos de las disfunciones sexuales y cómo superarlas en un tiempo breve.
Otro tipo de problemáticas en cuanto a sexualidad que veo habitualmente en consulta, son las parejas que acuden por que su vida sexual ya no es como la de antes. Son parejas con amor y con compromiso, pero que no tienen una vida sexual satisfactoria. Vienen con la motivación de mejorar un pilar de la relación, que cuando flaquea, puede hacer caer el vínculo entre ellos y los sumerge en un mar de inseguridades, miedos, insatisfacciones, anhelos y en algunas ocasiones, desconfianza o infidelidades.
Si bien, estas temáticas, son los grandes bloques que suelen solicitar ayuda, el sexo y nuestra sexualidad, que son una de las grandes fuentes de placer, emoción, afecto y que nos permite la intimidad, el juego, la conexión con los demás y con nosotros mismos, también pueden ser una fuente de sufrimiento y bloqueo. Puede haber multitud de experiencias y factores que provoquen un enquistamiento forjando dinámicas y corchetes opresores. En definitiva, profundas insatisfacciones que condicionaran una parte esencial de nuestro ser.
Y es que el cómo vivimos nuestra sexualidad y nuestro sexo, contribuye a la percepción y la vivencia de nosotros mismos determinando en parte la relación que establecemos con los demás.
Así que si en esta esfera, algo “no funciona”… ¿no creéis que vale la pena revisarlo y crear una nueva realidad?
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